domingo, 20 de septiembre de 2009

La ciudad se vigila a sí misma

O cuando el día gana a la noche -como dice mi compañera Ana Balady-, el caso es que La noche en blanco de Madrid es una de las más tranquilas del año (en la zona de celebración y según fuentes municipales) baja el número de robos, las agresiones, los “trastornos” etílicos... y es así porque muchas de las personas que se congregan -a la una de la madrugada más de 700.000, según datos de la organización- no forman parte de la fauna nocturna de la ciudad de fin de semana y salen con ganas de divertirse y de disfrutar. Esa violencia latente se queda para otros días.

El alcalde, con su concejala Alicia Moreno, el poeta Benjamín Prado y el comisario Rafael Doctor, entre la gente de la Gran Via (M.R.)

Y es que el centro de la ciudad era transitable, en su expresión más literal. El peatón le ganó la partida al coche, en su lugar había pantallas gigantes haciendo que el personal bailará al estilo bollywood, bandas de música hicieron del centro de Madrid el auténtico poblachón manchego al que no termina de renunciar y gente, por todas partes, de todas las edades, colores, condiciones, apariencias... que disfrutaron de las casi doscientas actividades programadas.


Bailando al estilo bollywood (M.R.)

Un muestrario humano en el que se mezcló el alcalde Alberto Ruiz Gallardón, cual estrella del rock, repartiendo besos, haciéndose fotos y dando incluso hasta sustos, como el que propinó a una joven de apariencia, no precisamente popular, que no dudo en chillar cuando se giró y se encontró con que los brazos que la cercaban eran los del propio edil madrileño que sin perder la sonrisa la retuvo durante unos segundos ante la carcajada del grupo de amigos que contemplaba la escena y la medio sonrisa del resto que mirábamos, incluida una de las organizadoras de La noche en blanco parisina, Noëlle Audjeau.

Teatro, baile, exposiciones, poesías por encargo, deseos dibujados, suelta de poemas en globo (de Benjamín Prado, él también recorrió la noche), bandas, iluminación que de la forma más simple transformaba la calle, ya de por sí señorial, de la Gran Vía, visitas al corazón mismo del Real Madrid, danza vertical... Imaginacion más barata que otros años, supervisada por el comisario Rafael Doctor, pero igualmente efectiva, no en vano su lema era El regalo y lo consiguió, hasta las farolas se vistieron de fiesta. Nos regaló una noche... que alargó el día.

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