viernes, 26 de noviembre de 2010

Pepe Reina o el embrujo del hombre luna

Hay dos formas de interpretar un mismo acto. Cuando se acude para informar sobre él y cuando se vive desde el interior. Son las dos caras de la misma moneda. Desde fuera...

Portada del libro
Que el mundo del fútbol ha devenido en escenario de un star system propio es tan evidente que casi no merece la pena consumir las matrices que nos son necesarias para constatar esta obviedad. Las alineaciones de los equipos de primera división se nos despliegan como una constelación de astros en continuo movimiento: enanas rojas, supernovas, estrellas que transmiten ondas prometedoras, galaxias que se resisten a los excesos de calificación, episodios mitológicos más o menos adornados… Mundos de gas y roca en perpetuo movimiento, en posición relativa… Pero el lunes se me reveló un astro versátil, porque hay otros astros, por difícil que pueda parecer, increíblemente cercanos, como la luna: astros satélites y por su cercanía, más brillantes.

Pepe Reina, el protagonista de la rueda de prensa que se convocó el lunes 22 de noviembre en el hotel Intercontinental con motivo de la publicación del libro El mundo en nuestras manos, de editorial MediaLive, es la viva encarnación del hombre luna… pese a ser el astro rey en un equipo como el Liverpool.

Si tengo que elegir, me quedo con su faceta de hombre luna.
Lo que nos sorprende de Pepe Reina es que, como la luna, es uno y es varios, y que, pese a que su posición en la selección española durante el Mundial no le confiriese luz propia, se ve más grande en el firmamento que los “astros reyes”.

Un momento de la rueda de prensa


Pepe Reina, fiel a su vocación de hombre luna, cede en la rueda de prensa la palabra a sus acompañantes, su editor Domingo Carro, y su amigo de la infancia y ahora periodista deportivo Ramón Fuentes, y permanece en silencio, atento; de modo que sus acompañantes comienzan a irradiar luz y calor y esa luz y ese calor van destinados a que el hombre luna brille más. 


Sus acompañantes nos hablan de los orígenes de hombre luna: de la estructura “rocosa” de sus abdominales ya desde niño, de paisajes en los que quienes le miran se reconocen, y Pepe Reina acepta el brillo que irradia la luz de su interlocutor, aparentemente impasible.

Hay un momento para un vídeo con locución, con su voz, con sus palabras… Y recordamos que el hombre luna, el segundo portero de la Selección, es quien levantó en su fase de luna llena la marea que se congregó a orillas del Manzanares para celebrar el triunfo de La Roja.

Lo prodigioso en Pepe Reina es que en la rueda de prensa hace un despliegue sin alardes de sabiduría de hombre luna.

El hombre mediático, el “humilde speaker”, el atento participante que nos va a revelar la trastienda del Mundial en su libro, brilla por fases a medida que el acto avanza: luna menguante, nueva, creciente, llena...

Acostumbrada a que la presentación de un libro se convierta en una epopeya, yo espero a que aparezca la paloma blanca de la chistera; en el transcurso de los minutos esa paloma se materializa en un guiño cómplice: una bandeja con croissants y bebida de cacao, nada más, que Pepe Reina acepta un poco ausente.

Después, el turno de preguntas, y se hace evidente la amplia variedad de motivos de los asistentes: unos pocos atentos al libro, otros, al titular que puede brindar el hombre luna con su vaticinio del esperado Barça-Real Madrid. Es en este turno de preguntas cuando se hace más evidente que la única épica posible para el hombre luna es el fútbol, que, como un astro, asiste expectante a los grandes acontecimientos astronómicos: a la conjunciones, a los eclipses… Es parte del firmamento, pero no astrólogo como muchos de los asistentes le piden… Lo que me mueve a simpatía, a mí, que he ido a buscar el rastro de un libro, es que el astro guarda un respeto sacerdotal por la meticulosa labor de los astrólogos.

La rueda de prensa concluye con el caos de un cinturón de materia cósmica que gravita alrededor del protagonista. Unos se estorban a otros, se imprecan, se abren paso para registrar la luz emitida por el hombre luna y él mira de reojo allí donde se sientan sus más próximos y luego a la cámara, guiñando los ojos cuando le deslumbra la luz del flash, la ya conocida estrella fugaz cuyo paso no minimiza.

La conjunción de esta rueda de prensa deja una historia, algunos llevan consigo la suya, otros, un titular.

Paloma González Rubio

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