domingo, 27 de febrero de 2011

La gesta añorada


La guerra en estado puro transforma al hombre en un ser que solo sabe obedecer y luchar. Hubo hombres, en los tiempos convulsos del siglo XX, que se transformaron en guerreros y enlazaron una contienda con otra, reenganchándose, como quien hace de las causas que cree justas una forma de vivir y cuando el combate deja de tener sentido y se reincorporan a la sociedad descubren que han perdido el sitio que ocupaban, porque el mundo que dejaron ya no existe. 


Si a eso se le suma que más de uno se alió con el bando, ya no perdedor, sino marcado con el marchamo del salvajismo más despreciable el sinsentido de su propia existencia cobra significado y quedan condenados a la más absoluta de las indiferencias. Algo así le ocurrió a muchos de los que se alistaron en la División Azul. Los había falangistas, conservadores en su máxima expresión, leales a una ideología o simplemente, querían acabar con el comunismo. Otro ismo más que recubrió el siglo pasado con una pátina de ideales trasnochados que hicieron realidad la máxima: los extremos se tocan.

“Añoranza de guerra” es una novela que habla de esos hombres y Blanco Corredoira es su autor, de la que él mismo dice que es políticamente incorrecta. En tiempos de revisión, en los que la Ley de la Memoria Histórica intenta hacerse un hueco racional en el sinsentido de una guerra civil, la más absurda y cruel de las contiendas posibles, es casi una provocación escribir sobre los divisionarios que lucharon codo con codo con el ejército nazi en territorio ruso intentando borrar de la faz de la tierra cualquier cosa que oliera a proletariado alzado al poder, o al menos eso fue lo que vendió la propaganda soviética.

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