miércoles, 31 de octubre de 2012

Del diario de un comediante

 Por Luis Conde

 Albert Boadella es, sin duda, una personalidad de la Cultura y el espectáculo que nunca defrauda las expectativas. Tanto en el teatro, su ámbito natural, como en este caso, un nuevo libro basado en tres años de notas de dietario.

Con el título de Diarios de un francotirador, ofrece en Espasa doscientas veintitrés lúcidas páginas recopilando lo escrito en tres años, de 2009 a 2012. Lo subtitula “Mis desayunos con ella”, porque asegura son notas a vuela pluma escritas en fichas y post-its durante los desayunos relajados con su esposa, que luego vuelca en su blog Joglars.






Como a lo largo de los textos se encarga bien de recordar que vive exiliado en Madrid, luego de su abandono laboral y emocional de Cataluña, no deja títere con cabeza entre sus antiguos patrocinadores y luego perseguidores: La Generalitat y muchas otras instituciones autonómicas. También de la sociedad civil catalana. Como los conoce bien, ahonda en sus críticas.

Estos escritos de descargo, redactados entre sus 66 y 69 años, son un cuaderno de quejas como los redactados en París antes de la Revolución de 1789.
Atrabiliario y contradictorio como se reconoce, abunda en reflexiones sobre la función del teatro en la sociedad y cómo él y su grupo lo cumplieron durante más de medio siglo en España. Y los problemas que ahora tienen.

Como buen burgués contestatario del franquismo, explica su evolución y de paso arremete contra los “progres” que no lo hicieron y siguen enquistados en sus esquemas doctrinales. No se priva de criticar al Gobierno y sus líderes.

Hay páginas muy divertidas e ingeniosas, pese a la reiteración taurina y antitaurina, que le ha hecho elegir una taberna madrileña ad hoc para presentar el libro a la prensa vestido con traje de faena y sirviendo, a quien quisiera, una caña de cerveza bien tirada.

El libro, pues, es una ventana abierta a los vientos liberales y la opinión pública, desde una mente inquieta, independiente y satírica. Se lee con una sonrisa en los labios y deja poso sobre cientos de asuntos discutidos y discutibles. Un gozo.

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