viernes, 9 de noviembre de 2012

De aquellos barros a estos lodos. Todo Makoki remasterizado... o así

Por Luis Conde


De la noche melancólica de los tiempos, en la época legendaria de la presunta Santa Transición Democrática española, vamos desde 1977, antes incluso de la Constitución consensuada esa, nos llega un producto volante entonces casi subversivo entre el magma de los tebeos del tardofranquismo: ¡MAKOKI!




Con un acierto de obligado reconocimiento, la editorial Debolsillo del grupo  Random House Mondadori, pone en el mercado actual tan deletéreo, un tomo recopilatorio de las míticas historietas del marginal personaje, que surgió por chiripa en la revista Disco Exprés el 24 de junio de ese año de 1977.

Por aquellos tiempos tan añorados por muchos, el cómic y aún el cómix underground, como derivaba el género “chungo” triunfante, eran material asimilado entre la música rockera, de la que formaba parte inseparable como otra parafernalia más. No era, por tanto algo anómalo: el rock y el cómic eran compañeros de viaje, de muchos viajes…

Pero el impacto entre la basca, la chusma y el personal juvenil de entonces, fue anonadante. Que se contara con tanta desfachatez la vida y milagros de un fugado de frenopático, lo que todavía se llamaba vulgarmente manicomio, era casi delirante. Felipe Borrayo lo había creado como personaje literario en el fanzine Claraboya en un relato titulado “Revuelta en el frenopático”, que luego con los dibujos de Miguel Gallardo, se convirtió en la primera entrega de la versión en historieta.

Cuando el serial despega en Disco Exprés, ya se ha incorporado como guionista Juan Mediavilla, que junto a Gallardo, serán el tándem que consagra la serie.

Una obra que abarcará 17 años y seis volúmenes recopilatorios, que ahora se reúnen por primera vez completos y sin censuras, además en un precio asequible y un formato singular.

Los que se atrevan, descubrirán un modo de narrar hoy desaparecido y unas historietas geniales y llenas de hallazgos expresivos, con un atrevimiento que aún resulta inconcebible. ¡Aquello si era afán de libertad y auténtica comunicación!

Lo dicho, el libro una joya, un fetiche imperdible y para conservar.

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