Por Merche Rodríguez
Ni un diario, ni un retrato de la
sociedad madrileña de finales de los años 70 y principios de los
80, ni un ajuste de cuentas y sin embargo “Creímos que también era mentira”, novela póstuma de Elena Figueras, es todo eso pero
no lo es. Realmente es la historia de Ana Cervera, el alter ego de la
autora, de cómo se conoció a sí misma, de cómo dejó de
reconocerse y de su propia reconciliación. Todo ello enmarcado en
unos años en los que la libertad se transformó en bandera de causas
nobles pero también dañinas, huyendo del letargo y la gazmoñería
de años previos.
Y la primera frase del libro, publicado
por la editorial Caballo de Troya, es un compendio de intenciones:
Franco ha muerto. Desaparecido aquel hombre pequeño de aguda voz al
que no le temblaba el pulso a la hora de firmar sentencias de muerte,
España se desperezó y con el país lo hicieron los jóvenes de la
época, entre ellos Ana Cervera. Una chica rubia, de familia tirando
a bien que vive en un permanente quiero y a veces no puedo. Una
adolescente cercada por los cánones dictatoriales de la estética,
de imaginación desbordante y ramalazos autodestructivos. Compleja y
magnética.