viernes, 15 de febrero de 2013

El testigo de Carmen Posadas



Carmen Posadas retoma, en su última novela, un pedazo de la Historia que sigue despertando el mismo interés porque se transformó en uno de esos momentos que nunca podrán tener explicación y sobre el que, de forma crónica, se volverá una y otra vez: los últimos años de vida de la familia imperial rusa en los convulsos primeros años del siglo XX.

El librero y bloguero Guillermo Loren escribe sobre el último trabajo de la escritora uruguaya.



Carmen Posadas regresa con una novela histórica ambientada en la Rusia bolchevique


Por Guillermo Lorén

“Los criados lo ven todo. Y, además, llama mucho la atención cómo los criados son invisibles para los señores. Ellos están ahí, pero como son tan insignificantes, como forman parte del mobiliario, pues entonces ni los ven, y son testigos de muchísimas cosas importantes”. (Carmen Posadas)





La escritora regresa a la novela histórica con El testigo invisible (Editorial Planeta), un retrato de la dinastía de los Romanov durante las dos primeras décadas del siglo XX, un periodo histórico convulso en el continente europeo. Para ello, la autora ha tenido acceso a documentos inéditos que desvelan aspectos desconocidos de la familia imperial rusa.


El protagonista de este relato es Leonid Sednev, un hombre de 92 años que, en su lecho de muerte, cuenta lo que vivió entre 1912 y 1918, un tiempo en el que trabajó como deshollinador en el palacio Aleksandr, donde vivían los zares de las Rusias con sus hijos.

“Esta es una historia de arriba y abajo, sobre la vida de los señores y la vida de los criados”. Por ello, a diferencia de otras novelas, aquí se muestra un “punto de vista interesante”, el de aquellos “testigos invisibles” de todo lo que ocurre, “la intrahistoria” de lo que se conoce.

En su trabajo de investigación, la autora encontró documentos que sacaban a la luz “romances“, así como una nueva versión sobre la muerte de Rasputín, escondida en los documentos desclasificados en Reino Unido. “Los servicios secretos británicos sabían que Rasputín estaba muy en contra de que Rusia estuviera en guerra, y pensaban que si Rusia salía de este conflicto los batallones se volverían hacia el frente aliado”, ha explicado la escritora. Cuando leyó el diario del Zar se dio cuenta de la “enorme paradoja de la historia”, ya que Rasputín no fue consciente de lo que estaba ocurriendo. “El día que estalló la revolución él estaba pensando en jugar al dominó. Qué increíble es como uno puede no ser consciente de lo que ya tiene encima”.

Los Romanov
¿Por qué cien años después los Romanov siguen suscitando tanto interés? “Sobre todo, porque es una historia muy trágica. Y yo diría que también hay un fenómeno estético, ¡eran tan guapos todos!, empezando por el zar y la zarina, y siguiendo por sus hijos, eran guapísimos. Juntas todo eso al personaje de Rasputín -entre fascinante y aterrador- y a que era una época en la que estaba de moda la fotografía, así que hay multitud de fotos de ellos y da la impresión de que los estás viendo, de que los conoces”.

Tal y como indica su título, el protagonista de esta historia es testigo de conversaciones y escenas que más tarde pasarán a formar parte de la historia. Entre ellas, Posadas narra el momento en el que Leonov ve cómo unos hombres tiran al río un bulto: el cadáver de Rasputín.

Más información en Las lecturas de Guillermo, hacer clic aquí.

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