Carmen Posadas retoma, en su última
novela, un pedazo de la Historia que sigue despertando el mismo
interés porque se transformó en uno de esos momentos que nunca
podrán tener explicación y sobre el que, de forma crónica, se
volverá una y otra vez: los últimos años de vida de la familia
imperial rusa en los convulsos primeros años del siglo XX.
El librero y bloguero
Carmen Posadas regresa con una novela
histórica ambientada en la Rusia bolchevique
Por Guillermo Lorén
“Los criados lo ven todo. Y, además,
llama mucho la atención cómo los criados son invisibles para los
señores. Ellos están ahí, pero como son tan insignificantes, como
forman parte del mobiliario, pues entonces ni los ven, y son testigos
de muchísimas cosas importantes”. (Carmen Posadas)
La escritora regresa a la novela
histórica con El testigo invisible (Editorial Planeta), un retrato de la dinastía de
los Romanov durante las dos primeras décadas del siglo XX, un
periodo histórico convulso en el continente europeo. Para ello, la
autora ha tenido acceso a documentos inéditos que desvelan aspectos
desconocidos de la familia imperial rusa.
El protagonista de este relato es
Leonid Sednev, un hombre de 92 años que, en su lecho de muerte,
cuenta lo que vivió entre 1912 y 1918, un tiempo en el que trabajó
como deshollinador en el palacio Aleksandr, donde vivían los zares
de las Rusias con sus hijos.
“Esta es una historia de arriba y
abajo, sobre la vida de los señores y la vida de los criados”. Por
ello, a diferencia de otras novelas, aquí se muestra un “punto de
vista interesante”, el de aquellos “testigos invisibles” de
todo lo que ocurre, “la intrahistoria” de lo que se conoce.
En su trabajo de investigación, la
autora encontró documentos que sacaban a la luz “romances“, así
como una nueva versión sobre la muerte de Rasputín, escondida en
los documentos desclasificados en Reino Unido. “Los servicios
secretos británicos sabían que Rasputín estaba muy en contra de
que Rusia estuviera en guerra, y pensaban que si Rusia salía de este
conflicto los batallones se volverían hacia el frente aliado”, ha
explicado la escritora. Cuando leyó el diario del Zar se dio cuenta
de la “enorme paradoja de la historia”, ya que Rasputín no fue
consciente de lo que estaba ocurriendo. “El día que estalló la
revolución él estaba pensando en jugar al dominó. Qué increíble
es como uno puede no ser consciente de lo que ya tiene encima”.
Los Romanov
¿Por qué cien años después los
Romanov siguen suscitando tanto interés? “Sobre todo, porque es
una historia muy trágica. Y yo diría que también hay un fenómeno
estético, ¡eran tan guapos todos!, empezando por el zar y la
zarina, y siguiendo por sus hijos, eran guapísimos. Juntas todo eso
al personaje de Rasputín -entre fascinante y aterrador- y a que era
una época en la que estaba de moda la fotografía, así que hay
multitud de fotos de ellos y da la impresión de que los estás
viendo, de que los conoces”.
Tal y como indica su título, el
protagonista de esta historia es testigo de conversaciones y escenas
que más tarde pasarán a formar parte de la historia. Entre ellas,
Posadas narra el momento en el que Leonov ve cómo unos hombres tiran
al río un bulto: el cadáver de Rasputín.
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Guillermo, hacer clic aquí.
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